Es lo que tiene tirarse toda una mañana en el Palacio de Justicia de Santa Cruz de Tenerife. Que por fuerza te tropiezas con algún ejemplar único, como es ese pedazo de abogado que se llama Juan Manuel Fernández del Torco. Se ha quitado la barba y se le han aclarado las ideas. Lo primero que le soltó a mi guante es que en el caso Arona «hay unas más que demostradas dilaciones indebidas». 

Y se quedó tan tranquilo, bueno no, que aprovechó para lanzar un alegato a favor de sus dos defendidos en las turbulencias aroneras que van a sentar en el banquillo, antes que después, a 30 cargos y ex cargos públicos (y empresarios, y técnicos, y consejeros del Cabildo) de ese ayuntamiento del sur de Tenerife, el tercero en importancia de la isla.

Porque Fernández del Torco, ahora solo con bigote y con el deseo de aventura política…