El impulsor del Caso Arona y descubridor del gasto ilegal de millones de euros públicos en secreto, ha sufrido en su batalla anticorrupción amenazas, insultos, boicots económicos, intentos de soborno, trampas documentales, brujería…

Entre todas las historias interesantes que he conocido durante la década que he trabajado en prensa tinerfeña, hay unas cuantas dignas de ser relatadas en un libro. Las torres de Vilaflor, el crimen organizado de la multripropiedad y la seguridad privada en la etapa Palmer-Mohamed, el Caso Nooctúa y el Caso Kiscubi, el Caso de las Hamacas, el Caso Compostela Beach, Son Latinos, Puerto de Granadilla, el Quijote Berto, Camping Nauta, el Caso Arona (cómo no, jeje). Y algunas más…

La más apasionante de todas ellas, sin duda, es la historia de José Antonio Reverón. Un tipo fundamentalmente normal que, paradójicamente, es extraordinariamente peculiar. Y cuya vendetta política contra la corrupción aronera y contra el caciquismo disfrazado de democracia que ha regido Arona, le han granjeado durante los últimos años insólitas ‘aventuras’. Bueno, también desventuras. Y yo he tenido el privilegio de conocer muchas de cerca, xd, y de pasármelo pipa. No sé si se han dado cuenta, pero yo, cuanto más fuertes, graves, surrealistas, rocambolescas y asombrosas son las movidas, más risa me da 😉 , y con él, les aseguro que he tenido las carcajadas a flor de piel constantemente -a la cara, claro, yo siempre me río de frente-.

En realidad hace semanas que estoy reuniendo documentación con la intención de postear algunas de esas aventuras. Porque a pesar de ser una pieza fundamental de toda la escandalosa marabunta judicial que está estallando en torno a la corrupción de Arona (el ‘presunta’ lo omito adrede, porque en mi opinión, es corrupción en mayúsculas), es un personaje muy poco conocido (es tímido). Pero son taaaaantas dignas de ser contadas y algunas tan enrevesadas, que no sabía ni por dónde empezar.

Por revelar los millones de euros que los gobernantes aroneros gastaban cada año de forma ilegal y a escondidas, los pelotazos que se escondían detrás de la Gran Ciudad de Cabo Blanco y, entre otras barbaridades, los presuntos delitos urbanísticos, de personal y de contratación que han dado lugar al Caso Arona y al tropel de políticos, funcionarios, empresarios, policías y hasta vecinos a punto de ser procesados por delitos de corrupción, José Antonio Reverón, ‘el de la mochila’ (también conocido como ‘el flaco’ y ‘pelo puncha’) ha sido víctima de: amenazas, insultos, campañas de descrédito, brujería, conspiraciones político-policial-empresariales dirigidas a «quitarle de en medio» e intentos de chantaje. Le han boicoteado económicamente y obligado a vivir casi en la miseria.

Le han puesto detectives, le han tocado y fastidiado a su familia dirigiendo ‘ataques’ laborales, psicológicos y verbales contra ell@s, e intentando enfrentarlos. Han intentado romper su relación sentimental. Le llegaron incluso a poner un cochino muerto y descompuesto junto a su puerta. También lo han intentado comprar para que cejara en sus denuncias. Por hacerle, hasta han falsificado documentos en el Ayuntamiento para intentar pillarle en un renuncio con el que joderlo en el Caso Arona.

El de la mochila, ahora en CxA, ha sido (y sigue siendo) lo que se dice una auténtica torre de asedio. De continuo e imparable asedio. Una torre alta, flaca y con punchas 😉 . Y ahí sigue, desgarbadamente erguido en su batalla contra la corrupción y las cantamañanadas irresponsables con el interés general y con el dinero público (porque si se fijan, es básicamente eso o las consecuencias de eso lo que le reprochan 😮 ). Una aclaración, desgarbado ya estaba antes de meterse a la política, jeje, no vayan a pensar que es que lo han desgarbado durante los asedios.

Algun@s de los que han protagonizado o dirigido esos ataques para intentar que la ilegalidad siguiera reinando en la gestión política y administrativa de Arona, son anónimos. Pero la mayoría son bastante conocidos: Políticos de CC, PP y CAN (los imputados) y también del PSOE (su ex partido), y aunque casi todos esos político-atacantes son de Arona, también los hay de Adeje y otros municipios cercanos, del Cabildo, autonómicos y hasta estatal). Empresarios (sobre todo de la construcción), periodistas, funcionari@s,… Su consigna venía a ser más o menos que la corrupción crea empleo y hay que defenderla, y que, al combatirla, José Antonio Reverón estaba atacando la economía del municipio.

Yo no he visto una peli más apasionante en mi vida, jaaajaja. No toda me la ha contado José Antonio Reverón, o no solo él (aunque tenemos confianza, es un tipo reservado -eso sí, yo soy una sonsacadora nata 😉 ). Algunas incluso las hemos co-vivido, co-sufrido, co-disfrutado y co-reído juntos. Pero en conjunto, el novelón es casi un puzle armado con cientos de fuentes. Y desde muchos lados (Diario de Avisos, Ayuntamiento de Arona, Cabildo, empresarios, policías, funcionarios, vecinos,…). No puedo contar todo todo lo que sé porque hay partes y protagonistas ‘protegidos’ por el secreto profesional. Pero sí casi todo… Algunos trozos ya los he publicado en prensa porque eran noticiables. Pero fuera de contexto perdían mucho, la verdad. Lo mejor de todo, es que buena parte de las claves de esta historia tienen cuño judicial gracias al Caso Arona. Y digo gracias porque si no, parecería que se me ha ido la pinza al contar ciertas cosas que alcanzan niveles de ciencia ficción.

Y desde el martes, y gracias a los bertistas y las bertadas de CC, ya sé por dónde empezar esta historia: por el principio. De su vida política, digo, jeje (aunque la vergonzosa investigación y el dossier que le hicieron empresarios y políticos interesados en parar el Caso Arona para intentar pillarle en algo, se remontó muuuucho más atrás). Porque es a ese principio mochilero de 2003 al que hay que remontarse para entender la venganza que los emputados de CC acaban de lanzar contra José Antonio. Y toda la ira que

Yo soy mochilera.

A estas alturas del cuento eso ya está claro. Y según vayan leyendo el novelón entenderán por qué lo soy. Pero lo aclaro porque creo que cuando se narra un relato de semejante magnitud y trascendencia, es conveniente saber desde que lado contempla e interpreta el narrador la historia (ética y sinceridad con el lector, se llama).

Prepárense, porque la van a flipar… (intentaré empezar cuanto antes). Han sido ocho años muy muy intensos en Arona.